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Colecho e imperativos biológicos: por qué los bebés no deben dormir solos

Colecho e imperativos biológicos: por qué los bebés no deben dormir solos

Crianza

Por James McKenna y Edmund P. Joyce

Donde duerme un bebé no es tan simple como el discurso médico actual y las recomendaciones contra el colecho de algunas sociedades occidentales quieren que sea.

En este tema las definiciones son importantes. El término colecho se refiere a cualquier situación en la que un cuidador adulto comprometido, generalmente la madre, duerme en una proximidad lo suficientemente cercana a su bebé para que cada uno, la madre y el bebé, puedan responder a las señales y señales sensoriales del otro. Compartir habitación es una forma de dormir en compañía, siempre considerada segura y siempre considerado protectora. Pero no es la habitación en sí lo que es protector, sino lo que sucede entre la madre (o el padre) y el niño. Las autoridades médicas parecen olvidar este hecho. Esta forma de dormir en compañía no genera controversia y es recomendada por todos.

Desafortunadamente, compartir cama y dormir en un sofá con un bebé (esto último si aumenta el riesgo de muerte para el bebé) son a menudo utilizados indistintamente por las autoridades médicas, a pesar de que estos términos son claramente diferentes. Es absolutamente erróneo decir, por ejemplo, que el «el cohecho es peligroso» cuando compartir habitacion es una forma de colecho, y se ha comprobado (en al menos tres estudios epidemiológicos) que reduce las posibilidades de fallecimiento por muerte súbita a la mitad.

Compartir cama es otra forma de colecho que se puede hacer de forma segura o insegura, pero no es intrínsecamente ni una ni otra. El sofá es, sin embargo, intrínsecamente peligroso, ya que los bebés pueden ser empujados contra la parte trasera del sofá por el adulto, o volteados boca abajo en los cojines, y sofocarse.

A veces las noticias hablan de «otro bebé que muere mientras colechaba» pero no distingue de qué tipo de colecho se trataba y, peor, qué factor de riesgo específico pudo haber sido responsable de la muerte del bebé. Un ejemplo específico es si el bebé estaba durmiendo boca abajo al lado de su progenitor, que es un factor de riesgo independiente del lugar donde el bebé estaba durmiendo. Tales noticias sugieren erróneamente que todos los tipos de colecho tienen los mismos riesgos, y que no puede hacerse de forma segura.

Nada más lejos de la verdad. Esto se asemeja a sugerir que debido a que algunos padres conducen borrachos con sus bebés en sus autos y sin cinturón de seguridad, y porque algunos de estos bebés mueren en accidentes automovilísticos, que nadie puede conducir con bebés en sus coches porque obviamente el transporte de automóviles para los niños es fatal. Ese es el punto.

Una de las razones más importantes por las que el colecho sigue existiendo y las recomendaciones en contra no consiguen erradicarlo es porque dormir junto al bebé es biológicamente apropiado, (y ponerle a dormir una habitación aparte o hacerle dormir boca abajo no lo es). Esto es particularmente cierto cuando el bebé es amamantado

Cuando se hace de forma segura, el colecho de madre y bebé salva vidas de bebés y contribuye a la salud y el bienestar de los bebés y las madres. Simplemente el hecho de que el bebé duerma en la habitación con un adulto responsable cuidador (cosleeping) reduce a la mitad el riesgo de muerte súbita del lactante!.

Que dicen las investigaciones

En Japón, donde el colecho y la lactancia materna (en ausencia del tabaquismo materno) es la norma cultural, las tasas del síndrome de muerte súbita infantil son las más bajas del mundo. Para las madres que amamantan, compartir la cama hace que la lactancia materna sea mucho más fácil de manejar y prácticamente duplica la cantidad de tomas nocturnas y permite a las madres y a los bebés pasar más tiempo dormidos. El aumento de la exposición a los anticuerpos de la madre por la lactancia nocturna ayuda a reducir las enfermedades infantiles. Según los estudios de la Dra. Helen Ball, de la Universidad de Durham, compartir la cama hace que la lactancia materna sea más fácil para las madres, y hace que amamanten durante un mayor número de meses.

En cuanto al hecho de compartir cama, conocer su función y sus efectos sobre la biología del bebé nos ayuda a entender no sólo por qué el debate de compartir la cama no desaparece a pesar de las recomendaciones de un sector de la pediatría, sino por qué una abrumadora mayoría de padres en Estados Unidos (más del 50% según una reciente encuesta nacional) ahora duermen con sus bebés en parte o toda la noche.

Que las tasas más altas de colecho en todo el mundo se producen junto con las tasas más bajas de mortalidad infantil, incluyendo las tasas de síndrome de muerte súbita del lactante (SMSL), es un punto sobre el que que vale la pena volver. Es un punto de partida importante para entender todos los matices involucrados en explicar por qué el hecho de compartir cama (uno de los muchos tipos de colecho) varían entre ser protector para algunas poblaciones y peligroso para otros. Sugiere que la respuesta a si los bebés deben o no compartir la cama y cuál será el resultado, puede depender de quién está involucrado, en qué condiciones se produce, cómo se practica y la calidad de la relación entre el bebé y su madre o la persona adulta. Esta no es la respuesta que algunas autoridades médicas están buscando, pero sin duda resuena con los padres, y es corroborada por decenas de estudios.

Entendiendo las recomendaciones

Recientemente, el Subcomité de SIDS (Síndrome de muerte súbita del lactante) de la Academia Americana de Pediatría (AAP), para el que trabajé como miembro del panel de expertos, recomendó que los bebés durmieran cerca de sus madres en la misma habitación pero no en la misma cama. Mientras celebraba esta histórica recomendación de compartir habitación, estuve en desacuerdo y me preocupé por las ramificaciones de la recomendación incondicional contra todos y cada una de las formas de compartir cama. Además, me preocupa que el mensaje a las madres es injusto, (por no decir inmoral). El mensaje es: «no importa quién eres, o lo que haces, tu cuerpo durmiente no es más que una inerte potencial arma letal contra la cual ni tú ni tu bebé teneis control alguno». Si esto fuera cierto, ninguno de nosotros los humanos estaríamos aquí hoy para tener esta discusión porque la única razón por la que sobrevivimos como especie es porque nuestras madres ancestrales dormían junto a nosotros y nos amamantaron durante la noche.

No soy el único que piensa así. La Academia de Medicina de la Lactancia, el Comité Americano de Lactancia Materna, La sección de Lactancia Materna de la Academia Americana de Pediatría, La Liga de La Leche International, UNICEF y la OMS son organizaciones de prestigio que apoyan el colecho y utilizan la mejor y más reciente información científica sobre la salud y la seguridad de las madres y los bebés. 

Sin embargo, en lo que sí estamos de acuerdo es en los «factores» específicos aumentan las posibilidades de SMSL en un entorno de cama compartida y qué tipos de circunstancias aumentan las posibilidades de asfixia en el bebé, ya sea por otra persona que esté durmiendo en la cama o por los muebles o ropa de cama.  Por ejemplo, los adultos no deben acostarse en la cama si están ebrios o si están desensibilizados por drogas, o excesivamente agotados, y otros niños pequeños nunca deben estar en una cama con un bebé. Además, puesto que fumar durante un embarazo disminuye la capacidad de los bebés de despertar para proteger su respiración, las madres fumadoras deben hacer que sus bebés duerman junto a ellos en una superficie diferente pero no en la misma cama.

Mis propios estudios fisiológicos sugieren que la pareja lactante madre-bebé muestra una mayor sensibilidad y respuestas reciprocas mientras duermen, y esa sensibilidad ofrece a los bebés protección contra el aplastamiento. Sin embargo, si la alimentación es con biberón, los bebés deben estar junto a la madre en una cuna, pero no en la misma cama. Dormir boca abajo, especialmente en colchon blando, es siempre peligroso para los bebés, y también cubrir su cabeza con mantas o ponerlos cerca o encima de las almohadas. Siempre hay que prestar atención a los espacios o las lagunas entre los elementos de la cama, que tienen que ser fijados para evitar que los bebés pueden deslizarse en estos espacios, que pueden convertirse en cuña y causar asfixia. Mi recomendación es que, si habitualmente se comparte la cama, lo mejor es poner directamente el colchón en el suelo, para evitar espacios peligrosos o huecos en los que los bebés puedan deslizarse yresultar heridos o morir.[dt_gap height=»10″ /]

Nuestros imperativos biológicos

El colecho favorece la lactancia materna, pero no sólo eso.  ¡Los bebés también tienen algo que decir!  Ahí están las respuestas neurológicas infantiles irrefutables a los olores, movimientos y tacto de la madre, que, en conjunto, reducen el llanto del bebé mientras regulan positivamente la respiración infantil, la temperatura corporal, la absorción de calorías, los niveles de hormona del estrés, el estado inmune y la oxigenación. En resumen, y como se mencionó anteriormente, el colecho (ya sea en la misma superficie o no) facilita cambios fisiológicos positivos incluyendo un mejor sueño infantil y unos bebés más felices. En otras palabras, a menos que se practique peligrosamente, dormir junto a la madre es bueno para los bebés.

Hay que recordar que, a pesar de los dramáticos cambios culturales y tecnológicos producidos en la cultura occidental, los bebés humanos siguen siendo los primates neurológicamente más inmaduros de todos, nacidos con sólo el 25% de su volumen cerebral. Esta característica exclusivamente humana implica que el bebé sólo podría desarrollarse biológicamente (de hecho, sólo es posible) con el contacto continuo y la proximidad de la madre, ya que el cuerpo de la madre sigue siendo el único entorno al que el niño está realmente adaptado y para el que no hay sustituto.[dt_gap height=»10″ /]

Dr. James McKenna
Director del Laboratorio del comportamiento del sueño Madre-Bebé

Extractado del artículo:
Cosleeping and biological imperatives: why human babies do not and should sleep alone

 

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