¿Inatentos o inactivos? El movimiento es esencial para el aprendizaje en la infancia
1 de junio de 2018 2022-12-29 11:07¿Inatentos o inactivos? El movimiento es esencial para el aprendizaje en la infancia
¿Inatentos o inactivos? El movimiento es esencial para el aprendizaje en la infancia
Por Isabel Fernández del Castillo
¿Puede haber alguna relación entre la falta de actividad física en la infancia y los problemas de aprendizaje? ¿Puede la falta de movimiento y de juego físico al aire libre afectar a los niños en su desarrollo? La ciencia ha constatado que sí.
Estas imágenes están tomadas de un estudio publicado por la revista Pediatrics titulado «Ejercicio, la nueva medicación para el TDAH», que ha puesto de manifesto que los niños que participaron en un programa de actividad física regular al aire libre mostraron una importante mejora de las funciones cerebrales y las capacidades cognitivas. Según el profesor de Illinois Charles Hillman y sus colegas, “se demuestra una relación causal entre el ejercicio físico y el control ejecutivo, lo que provee un soporte científico para tratar de mejorar la capacidad de aprendizaje y la salud cerebral”. Del estudio se desprende que el ejercicio físico al aire libre es una gran inversión para todos los niños, especialmente aquellos inatentos o hiperactivos.
Si además se trata de ejercicio físico espontáneo, ligado al juego libre y no estructurado, los beneficios son aún mayores.
Pero también podemos hacer la lectura a la inversa: la falta de movimiento y juego reduce la actividad cerebral de los niños, privándoles de un estímulo esencial y natural de desarrollo, no sólo a nivel cognitivo, sino a todos los niveles, incluido el emocional y social. Dicho así ¿ya despierta nuestro interés?
La cuestión es que nunca en la historia de la humanidad los niños se han movido y han jugado tan poco, han permanecido tanto tiempo de puertas adentro, y eso no sale gratis, por lo que se ve. Entre un sistema educativo mecanicista que ignora expresamente que el aprendizaje es movimiento y atornilla a los niños a la silla, y una vida después del cole que transcurre en gran parte en el iluso mundo de la vida virtual, o de las actividades programadas, la cuestión es que una grandísima mayoría de niños, jugar, lo que se dice jugar, juega muy poco. Un niño hiperestimulado y que además no tiene la oportunidad de jugar y moverse libremente, es fácil que sea nervioso e impulsivo.
Si a ello le añadimos el hecho de que las pantallas y dispositivos electrónicos reducen espectacularmente la capacidades de atención y ejecutivas de los niños, ¿No tenemos ya un cóctel perfecto para los problemas de aprendizaje y los trastornos de conducta?
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